jueves, 18 de febrero de 2010

La sal II: con mucho gusto

Hola a todos:

Bueno amigos, como expliqué en el post anterior, la sal es imprescindible, pero problemática. Claro que lo normal no es ingerir 500 gramos de sal de golpe. El verdadero peligro de la sal es que es “un tóxico-amigo silencioso”. Cuando hablamos de la sal, estamos refiriéndonos al sodio, componente mineral de la sal (cloruro sódico).

El sodio es un mineral que se encuentra en casi todos los alimentos, y en algunos en abundancia, por ejemplo la leche, el agua, las carnes y pescados, etc. El mayor peligro viene de los alimentos procesados (los que compramos), que contienen sodio en diversas formas porque tiene un fuerte efecto conservante.

El primer problema que nos plantea la sal es de orden culinario. Todos hemos puesto mala cara al comenzar a comer una comida que hemos olvidado salar. La sal tiene la propiedad de hacer más apetitosos los alimentos. Además, la sal es adictiva, y nos acostumbramos rápido al gusto salado. Toda disminución en la cantidad de sal es inmediatamente detectada por nuestro sentido del gusto y éste nos incita a aportarla... miramos al salero.

Por lo tanto, el impulso adictivo de la sal es algo a controlar. Cuando notemos que el alimento está soso, debemos tener claro que ES MENTIRA. Y si tenemos una dieta variada, podemos asegurar que el contenido en sodio de nuestra alimentación es correcto

Conviene ir reduciendo el contenido de sal en los productos que tomamos. Esto no implica eliminar la sal de nuestras vidas, pero sería muy interesante que de forma paulatina aportemos menos sal a los alimentos que cocinamos. Para ello voy a dar unas pautas:

a) En los guisos salar de forma insuficiente. Es costumbre que apreciemos el nivel de sal en el caldo del guiso, pero durante la cocción algunos ingredientes como el arroz o las patatas absorben la sal. Luego, en el plato se suele añadir más sal, por lo que normalmente en los guisos se suele consumir mucha sal.

b) En los fritos y platos de plancha, acostumbrarse a utilizar las especias como la pimienta, hierbas aromáticas, ajo, etc., ayuda a proporcionar más sabor a los productos y reducen la sensación de “soso”.
c) Reducir el consumo de alimentos ricos en sodio, como los frutos secos, las patatas fritas, los encurtidos, embutidos, y el queso.
d) Preferentemente no utilizar salsas industriales porque su contenido en sal suele ser bastante elevado.

e) No llevar el salero a la mesa, y en el salero no utilizar sal fina de mesa, sino una sal gruesa si es posible.
f) Cocinar inteligentemente, evitando los salados sucesivos en elaboraciones complejas, y evitando añadir sal a combinaciones de alimentos sosos-salados (por ejemplo, tortilla de chorizo, salteado de setas con jamón), ya que el alimento salado ya aporta la sal.

Lo que es muy importante es pensar en reducir de forma progresiva. Como toda sustancia adictiva, no es fácil disminuir de golpe la cantidad de sal porque psicologicamente sería bastante duro, dificultando por tanto nuestro objetivo: la reducción de la cantidad de sal consumida a largo plazo.

Un saludo y seguiremos,
Floren

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